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25.1.13

Los sonetos de Shakespeare, en una molécula de ADN

José Manuel Nievas



Un grupo de investigadores del Instituto europeo de Bioinformática (EMBL-EBI) ha encontrado la forma de almacenar datos en forma de ADN, un material que puede durar, sin corromperse, decenas de miles de años. El revolucionario método, descrito en la revista «Nature», hará posible, entre otras cosas, que puedan almacenarse por lo menos cien millones de horas de vídeo en alta definición en una pequeña cantidad de ADN.

En la actualidad, existe en el mundo una cantidad ingente de información digital. Una cantidad que, además, crece día a día con el aporte de cantidades masivas de nuevos contenidos de todo tipo. La situación supone todo un desafío cuando se trata de archivar y mantener accesible toda esa información. Algo que sucede en todos los ámbitos, desde el doméstico al institucional o profesional. Los sistemas actuales de almacenamiento, como los discos duros, necesitan para funcionar un aporte continuo de electricidad, a lo cual se une su elevado precio. Otros soportes que no necesitan energía, como los magnéticos, tienen en contra que apenas sí pueden mantener intacta la información que contienen durante una década.

En investigación, el problema se multiplica, ya que muchos trabajos científicos, como las secuencias de ADN o los datos astronómicos, necesitan, para conservarse, de enormes bancos de memoria y de una gestión de los datos complicada y costosa.
Bancos de memoria

«Sabemos ya -explica Nick Goldman, científico del EMBL-EBI- que el ADN es muy robusto a la hora de almacenar información, lo cual se demuestra con el hecho de que podemos, por ejemplo, extraer esa información del ADN de las células óseas de un mamut lanudo de hace varias decenas de miles de años. Esa información, además, es increíblemente densa y pequeña, y no necesita de una fuente de energía externa, por lo que acceder a ella es sencillo».

Y ahí está precisamente la cuestión. Leer el ADN es algo que hoy en día no supone un problema, pero escribirlo es una cosa bien diferente, y eso es precisamente lo que hace falta si queremos almacénar información en él.

Para ello, existen dos desafíos muy concretos: primero, que usando los métodos actuales solo es posible fabricar cadenas muy cortas de ADN y segundo, tanto durante la escritura como de la lectura del ADN es muy fácil cometer errores, particularmente cuando se repite una «letra» concreta de ADN.
I have a dream...

Goldman y su colega Ewan Birney, sin embargo, han conseguido crear un código que solventa los dos problemas. «Sabíamos que teníamos que construir un código que sólo usara cadenas muy cortas de ADN -asegura Goldman- y hacer eso de forma que se pudieran crear reglas concretas para cada letra puede parecer imposible. Por lo que imaginamos que habíamos roto el código en muchos fragmentos que, además, se superponían en ambos extremos, con información capaz de indicar el lugar concreto al que pertenece cada fragmento dentro del código».

Dicho y hecho. Como prueba, los investigadores codificaron una versión en MP3 del célebre discurso de Martin Luther King «I have a dream» («Tuve un sueño») , una imagen en jpg del propio laboratorio, un PDF del histórico artículo de los «padres» de la doble hélice de ADN Watson y Crick , un archivo en formato txt con todos los sonetos de Shakespeare y un último archivo en el que se describe el proceso de codificación.
«Polvo digital»

«Descargamos todos los archivos de internet y los usamos para sintetizar centenares de miles de piezas de ADN. El resultado se parecía mucho a una mota de polvo». Un «polvo» digital que fue enviado por mail al laboratorio para que el resto del equipo pudiera secuenciar el ADN y descodificar los archivos sin que en el resultado final hubiera errores.

«Hemos creado un código -explica Nick Goldman- que es tolerante con los errores y que utiliza un formato molecular que cualquiera será capaz de leer sin problemas durante por lo menos 10.000 años, si no más».

Aunque aún quedan algunas cuestiones prácticas por resolver, la inherente densidad y longevidad del ADN como soporte para almacenar datos lo convierte en algo extremadamente atractivo. El siguiente paso será perfeccionar el código y buscar la forma de fabricar, de forma masiva, memorias de ADN viables y que se puedan comercializar.

Fuente:
http://www.abc.es/ciencia/20130123/abci-datos-almacenados-memoria-201301231832.html
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9.8.11

Descubre un anillo de antimateria alrededor de la tierra

Se trata de una fina banda con una cantidad de antiprotones miles de veces superior a los esperada que puede dar respuesta a uno de los misterios del Big Bang


José Manuel Nieves / madrid
Día 08/08/2011




Un grupo de investigadores italianos ha encontrado pruebas, por primera vez, de la existencia de un "cinturón de antimateria" alrededor de la Tierra. Se trata de una fina banda de antiprotones (las antipartículas de los protones) que se oculta en la magnetosfera terrestre. El espectacular hallazgo se publica en Astrophysical Journal Letters.


La antimateria se originó en el Big Bang al mismo tiempo que la materia ordinaria, de la que difiere únicamente por su carga eléctrica. Cuando una partícula de materia ordinaria se encuentra con su "antipartícula" (por ejemplo un protón y un antiprotón), ambas se aniquilan mutuamente en una pequeña explosión de energía. Se cree que durante el Big Bang se creó la misma cantidad de materia que de antimateria, pero en la actualidad sólo vemos materia a nuestro alrededor. ¿Dónde está, pues, toda la antimateria original?

Existen varios intentos de explicación a este misterio. Según algunos, en el origen del Universo se habría producido una rotura de la simetría y se habría creado un poco más de materia ordinaria que de antimateria. Lo que vemos hoy, según esta teoría, sería la materia "que sobró" después de que materia y antimateria se aniquilaran entre sí. Otros, sin embargo, creen que la antimateria original está aún "ahí fuera" sin que hasta ahora hayamos podido detectarla. Podría haber galaxias enteras hechas de antimateria sin que nos demos cuenta de ello.

Partículas de antimateria ( o antipartículas) se han creado en los laboratorios de física en numerosas ocasiones, pero hasta ahora sólo ha habido éxitos parciales a la hora de detectarla en el espacio a nuestro alrededor. Por eso el hallazgo de un cinturón de antimateria alrededor de nuestro propio mundo resulta tan importante.

Escondido como uno más

Según los investigadores, el anillo de antimateria se esconde, como si fuera uno más, entre los cinturones de Van Allen, las bandas magnéticas que rodean nuestro planeta y que lo protegen de la radiación atrapando las partículas cargadas procedentes del Sol. Sólo que en ese anillo en particular, en lugar de partículas "normales" hay un gran número de antipartículas, esto es, de antimateria.

Los antiprotones fueron descubiertos utilizando el satélite Pamela (Payload for Antimatter Matter Exploration and Light-nuclei Astrophysics), un ingenio lanzado en 2006 con el único objetivo de estudiar a fondo la naturaleza de las partículas de alta energía procedentes del Sol y también las que nos llegan, en forma de rayos cósmicos, de más allá de las fronteras del Sistema Solar.

Cuando los rayos cósmicos golpean la atmósfera terrestre se descomponen creando auténticas lluvias de partículas. Tanto las partículas originales procedentes del Sol o del espacio esterior como estos chorros de "partículas hijas" son capturadas por los cinturones de Van Allen, formando anillos o cinturones en los lugares donde son atrapadas por el campo magnético terrestre.

Miles de veces superior

Entre los objetivos de Pamela está, también, buscar alguna partícula de antimateria entre esta auténtica multitud de partículas Ordinarias capturadas, normalmente protones o núcleos de átomos de helio. El nuevo análisis llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bari muestra que, cuando Pamela pasa a través de una región llamada "la Anomalía del Atlántico Sur" (una depresión en el campo magnético que lleva a los cinturones de Van Allen a apenas unos cientos de km. de la Tierra), se encuentra con una tasa de antiprotones que es miles de veces superior a la que se podría esperar de la descomposición natural de las partículas.

Los investigadores están convencidos de que se trata de una prueba irrefutable de que existen "cinturones de antipartículas" análogos a los cinturones de Van Allen, capaces de sobrevivir por lo menos hasta el momento en que se aniquilan al encontrarse con la materia ordinaria de la atmósfera. En palabras de Alessandro Bruno, coautor del estudio, el cinturón es "la mayor fuente de antiprotones que existe cerca de la Tierra".

Bruno asegura también que estos anillos de antipartículas podrían constituir una fuente inagotable de combustible para futuras misiones espaciales. Una idea que ya ha sido acariciada por el Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA en un reciente informe.

http://www.abc.es/20110808/ciencia/abci-descubren-anillo-antimateria-alrededor-201108080743.html
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30.7.11

Un asteroide nos acompaña en nuestro viaje alrededor del Sol

 Jueves, 28 de julio de 2011 
 
 

Astrónomos detectaron un asteroide que sigue la órbita de la Tierra alrededor del sol.
La roca -de entre 200 y 300 metros de diámetro y bautizada como 2010 TK7- es del tipo troyano, que son las que comparten una órbita con un planeta, cerca de puntos estables.

Debido a que permanecen por delante o por detrás de los planetas en la misma órbita, nunca colisionan con ellos.
El 2010 TK7, cuyo descubrimiento fue publicado en la revista Nature, fue detectado por el telescopio WISE.
Según el especialista en ciencia de la BBC, Jonathan Amos, se trata de un hallazgo fascinante porque la relativa estabilidad y proximidad de los asteroides troyanos los convierte en posibles objetivos de futuras misiones espaciales tripuladas, cuando estas vayan más allá de la Estación Espacial Internacional (EEI).
El troyano que orbita junto a la Tierra fue complicado de localizar, ya que este tipo de asteroides aparecen en su mayor parte durante el día, lo que hace que sean difíciles de ver.
Es por ello que fue necesario un telescopio como el WISE, sensible a la luz infrarroja, para localizarlo.

Objetos cercanos

El WISE fue lanzado en 2009 y desde entonces ha examinado unos 500 objetos cercanos a la Tierra, de los que 123 no eran conocidos.
Los autores del estudio analizaron los datos de esas rocas, buscando a los candidatos a ser troyanos.
El trabajo de seguimiento posterior que realizaron científicos del telescopio Canada-Francia-Hawaii confirmó el estatus del 2010 TK7.
Este asteroide actualmente está a unos 80 millones de kilómetros de la tierra y no debería acercarse a más de 25 millones de kilómetros de nuestro planeta.
Los investigadores aseguran que su órbita parece estable durante los próximos 10.000 años.
Pero la existencia del 2010 TK7 no es una sorpresa. Júpiter, Neptuno y Marte tienen numerosas rocas situadas en los llamados puntos de Lagrange, 60 grados por delante o por detrás de la órbita de los planetas.
En el caso de Júpiter, el número de troyanos asciende a 1.000.

Tomado de:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/07/110728_asteroide_troyano_2010tk7_orbita_tierra_jg.shtml
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